2/13/2007


















El mecánico automotor que no modernice sus conocimientos para incorporar las nuevas tecnologías, poco a poco, desaparecerá del mercado. Ahora es la inyección electrónica, después será la pila de hidrógeno.


' );
//-->
azulnaranja@funlam.edu.co
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida de \"spam bots\", necesita habilitar Javascript para poder verla.

Muchos de los mecánicos automotores de vieja data de Medellín, aprendieron su trabajo de manera empírica, sin pasar por una institución educativa. El cambio tecnológico, que se vive desde la década de los 90 del siglo pasado, del motor de combustible al de inyección, los obligó a dejar de ser instintivos en sus conocimientos.

Ahora para ejercer su labor deben estudiar las nuevas propiedades de los carros de inyección, anclados a las computadoras: mecánico que no estudie desaparecerá del mercado laboral.
“El mecánico de la calle no conoce de electricidad o electrónica: este es el meollo que los induce a capacitarse. En el SENA capacitamos personas para atender las nuevas tecnologías: los vehículos electrónicos. El que no estudie estas dos materias está fuera del mercado”, dice el ingeniero mecánico Manuel Carrasquilla, instructor del SENA en autotrónica.

Gestor de la educación
Hace dos décadas, Arturo Castañeda es operario de soldadura, gracias a los estudios que realizó en el Pascual Bravo. Desde entonces, desempeña su oficio en talleres de La Iguaná, un lote amplio propiedad del Municipio de Medellín que limita con la carrera 65 y la quebrada La Iguaná, donde trabajan alrededor de 20 personas, entre mecánicos, soldadores y otros.
En 1997, Castañeda, junto con otros mecánicos y trabajadores del sector automotriz del barrio, conformaron la Cooperativa de Talleres de La Iguaná (Cooptaiguaná), para gestionar programas educativos que calificaran a sus asociados y afrontar el cambio tecnológico por el paso del motor de combustión interna al motor inyección electrónica.
Bajo el techo metálico de su celda, que lo cubre del sol, Arturo martillea sobre un yunque el exhosto de un Renault Clío, mientras enfatiza, con su hablar acompasado, la importancia de capacitar a los mecánicos del sector, para que afronten las exigencias del mercado laboral. Incluso, reconoce con cierta jocosidad que en el taller existen mecánicos analfabetas.
Con la gestión de la cooperativa, el SENA capacita a diez asociados, que aprenden sobre motores inyección, diesel y teoría relacionada con la mecánica tradicional y autotrónica.
Las manos robustas de Castañeda dan forma a la pieza que está lista para unirse al repuesto artesanal. Prende el transformador de corriente eléctrica y comienza a soldar.

Cooperativismo y neoliberalismo
Los chispazos del contacto de la pieza con la barra y el calor generado por el dispositivo, pincelan con chispas el discurso crítico de Arturo sobre el neoliberalismo: “en el capitalismo la gente es individualista y acaparadora. Nadie comparte los clientes. La guerra económica es notable... ¿Cuál será el futuro del cooperativismo en estas condiciones?”.
En cada movimiento de su trabajo, castañeda inhala y exhala la doctrina cooperativista. Es conciente de que a los asociados les falta más interés por la asociación, ya que interpretan su razón de ser como si fuera esta una cuenta de ahorros.
Hasta el momento, sólo 37 de los 60 asociados cumplen con las cuotas. Esta situación llevó a la clausura temporal de la sede cooperativa, en el mismo lote, a despedir a su secretaria, por falta de recursos para pagarle su salario y para responder por otras obligaciones.
La cooperativa apunta a convertirse en contratista del estado, para hacerle mantenimiento a su parque automotor y a la capacitación diaria de sus asociados.

Toño
Toño es un mecánico empírico de 40 años de edad, del barrio El Diamante y asociado de Cooptaiguaná. Cuando tenía 20 años, Hernando, dueño de una de las celdas donde trabaja, le enseñó el oficio de la mecánica.
Desde el primero de noviembre de 2006, Toño y diez compañeros más de la cooperativa estudian mecánica autotrónica y diesel en el SENA. Asegura que está feliz en esta institución, porque aprende a llamar por su nombre a cada pieza, pues antes las tocaba y reparaba, pero no las nombraba.
Mientras oprime el véntulo de un Sprint, la parte que sirve para acelerar el carro. Toño advierte el daño en el carburador y, a la vez, explica que estudia para adaptarse al cambio tecnológico. “Muchos clientes prescindieron de mis servicios, porque no sabía sobre motores de inyección”.
Manifiesta que la benevolencia de la mecánica inyección reside en la ayuda generada por el escáner conectado a la computadora de los carros, ya que este monitor diagnostica las fallas, sin que el mecánico mueva un dedo.
También dice que las dificultades de esta clase de mecánica están en los altos costos de las herramientas como el escáner.
Casi a la hora del almuerzo, Toño cambia el rodillo de una de las ruedas traseras de un Mazda 323, modelo 86. El ambiente del taller emana un olor marcado a aceite: “Para cambiar el empaque de un carro tradicional, pieza que sella el bloque con la culata, hacen falta herramientas como copas, llaves, raches, torques y destornillador, entre otras. Pero si hacemos la misma operación en un carro de motor inyección, primero necesitamos el escáner, unos pestillos o llaves especiales y otras herramientas que en su debido momento nos enseñarán en el SENA.

El técnico profesional en proceso
Carlos Andrés Hernández Hernández es un estudiante de tecnología Autotrónica, del SENA. A sus 21 años, estudia porque los carros y la mecánica son su pasión.
En el taller de Autotrónica, donde está el sistema automotor compuesto por el escáner que diagnostica cómo funcionan las piezas de los automóviles inyección, al conectársele con su computadora, Carlos determina la ubicación de las partes de una camioneta Chevrolet Luv 2300, modelo 98, que el profesor le asignó para repararlo junto con sus compañeros de clase.
El escáner diagnostica el análisis de gases, el encendido, pruebas de vacío y valores de trabajo, entre otras especificaciones, con una muestra gráfica de las partes y sus respectivas deficiencias.
Mientras termina de revisar los datos referenciados por el escáner, Hernández dice que “la transición tecnológica del carro convencional al carro computarizado anclado al sistema OB2, permite registrar, a través de un computador, una referencia certera de la falla del carro. Antes teníamos que registrar muchos sistemas para determinar las fallas. La mecánica es más fácil con estos equipos”.














El automóvil y el mecánico del futuro
Lawrence D. Burns, J. Byron Mccormick y Christopher E. Borroni-Bird, expertos en el desarrollo de pilas de combustible de hidrógeno (motor del futuro) para General Motors, explican en un artículo publicado en la revista española Investigación y Ciencia, que “estas pilas de combustible convierten, con suma limpieza, el gas hidrógeno en electricidad y posibilitan la existencia de vehículos no contaminantes propulsados por motores eléctricos... La perspectiva de unos vehículos limpios movidos por pilas de hidrógeno promete asimismo, el advenimiento de una nueva economía energética y una mayor conservación del medio sin menoscabo de la movilidad personal”.
El ideal es que el mecánico avance a la par que su objeto de trabajo: el carro. Tal vez los mecánicos del futuro de Talleres La Iguaná, para sobrevivir, tendrán que saber sobre generadores de energía de pila de combustible de hidrógeno.
Los mecánicos deberán saber la funcionalidad de la membrana de intercambio de protones, del motor de tracción eléctrica, de los catalizadores y otras partes del generador para cumplir su función: cambiar y reparar. Ellos tendrán que desistir de ser instintivos e inconscientes de su ciencia o desaparecerán del mercado laboral automotriz.

La transición tecnológica
Según Manuel Carrasquilla, ingeniero mecánico de la Universidad Nacional en Medellín y profesor de Mecánica Autotrónica del SENA, la transición tecnológica del sector automotriz se concreta en el cambio del motor de combustible al motor híbrido.
Este último trabaja con un motor pequeño de combustión interna, que es una planta generadora de energía y no crea el movimiento del vehículo. Con este motor se quemaría menos combustible y disminuirían los gases contaminantes y sus efectos en el ambiente.
Además, asegura que esta evolución emerge porque las multinacionales están comprometidas con la disminución de los gases contaminantes como el CO2, elemento químico que contribuye a acelerar, junto con otros elementos expulsados en la combustión de los motores tradicionales, el deterioro de la capa de ozono, principal causa del calentamiento de la tierra.
Por esta razón, el mercado busca vehículos limpios que no generen gases contaminantes. Para esto es necesario carros eléctricos o autosuficientes con energías renovables extraídas del sol, agua e hidrógeno, entre otros.
El ingeniero Carrasquilla advierte que los modelos de los vehículos contemporáneos están comandados por computadoras, mientras que los convencionales son sólo mecánicos.
El computador administra el sistema de alimentación, lubricación y enfriamiento. Este recibe señales, órdenes a través de censores que registran parámetros de temperatura, presión, nivel de aceite y mezcla de combustible.
De acuerdo con estas observaciones, el ordenador proporciona la cantidad suficiente de combustible al motor, al determinar las revoluciones.